Mensaje

La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso; la virtud, en llevarlo a cabo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Respiración Holotrópica


Del Libro "RESPIRACIÓN Y ESPÍRITU: Respiración Conciente como Técnica de Sanación" de GUNNEL MINETT

La palabra holotrópíco deriva de una raíz griega, signifi­ca moverse hacia lo íntegro. Las plantas se mueven en di­rección del sol con un movimiento heliotrópico. En la misma forma, durante una sesión holotrópica, el organismo humano está en un estado de conciencia que le permite moverse en dirección a su integración, volverse un todo completo, y sa­nar sus propios aspectos heridos o fragmentados.

El doctor Stanislav Grof y su esposa, Cristina Grof, desa­rrollaron esta poderosa técnica natural a mediados de los años '70. Para hacerlo, tomaron como punto de partida modernas investigaciones sobre la conciencia y los estudios que realiza­ron acerca de los sistemas espirituales antiguos. En su libro "The Future of Psychology" ("El futuro de la psicología") el Dr. Grof lo expresa del siguiente modo: "En los estados holotró­picos, podemos trascender los estrechos límites del ego corpo­ral y aspirar a nuestra identidad plena". El trabajo con la res­piración holotrópica nos ayuda en este proceso porque indu­ce el estado holotrópico y crea un contexto seguro que nos permite volver a conectarnos con nosotros mismos, con los demás, con el mundo natural y con el espíritu.

Mientras se desarrolla el proceso que corresponde a este trabajo, van surgiendo muchas experiencias, pero proponerse experimentar la respiración holotrópica por sí misma no es el propósito de este trabajo (como tampoco lo son el renacimien­to o el éxtasis). Los objetivos son plenitud, sanación y sabidu­ría. Las experiencias son los medios que permiten alcanzar estos objetivos. Cuando el cuerpo y la mente entran en un estado holotrópico a través del control de la respiración, la sabiduría interior aprovecha la oportunidad para avanzar en dirección a la sanación física, mental, emocional y espiritual, y también para realizar un cambio evolutivo. La Respiración Holotrópica opera según el siguiente principio: somos nues­tros mejores sanadores.

La Respiración Holotrópica combina elementos como: con­trol de la respiración, música, supervisión individual, arte, un período flexible de tiempo sin un momento de finalización determinado y una forma particular de trabajo focalizado en el desbloqueo de la energía. Todos estos elementos suponen un cuidadoso entrenamiento de los facilitadores que condu­cen las sesiones de las personas que respiran. Estas caracte­rísticas del trabajo promueven la seguridad y la cura dentro de estados de conciencia no habituales.

Los que practican la Respiración Holotrópica pueden te­ner imágenes visuales cargadas de emociones, pueden experi­mentar la energía moviéndose dentro de sus cuerpos, pueden alcanzar intuitivamente algunos insights que les permitan acla­rar aspectos conflictivos de sus vidas. Es frecuente oírlos rela­tar que se sienten aliviados del estrés acumulado, que han liberado emociones relacionadas con antiguos traumas, que sienten más confianza en sí mismos y en sus propios cuerpos. También suelen decir que han comprendido y ahora pueden superar antiguas pautas de comportamiento que tenían con­secuencias no deseadas por ellos.

Antes de realizar el primero de los ejercicios respiratorios, los principiantes reciben una profunda preparación teórica que incluye la descripción de los fenómenos principales (bio gráficos, perinatales y transpersonales) que se producen du­rante una sesión holotrópica. También reciben instrucciones técnicas para que puedan trabajar de a dos para alternativa­mente respirar o acompañar a la persona que está respiran­do. Se comentan las posibles contraindicaciones físicas y/o emocionales y, cuando existe algún temor, se solicita la opi­nión de algún experto. Por ejemplo, las personas que mani­fiestan dificultades referidas a la función cardiovascular y las personas a quienes se les haya diagnosticado glaucoma no pueden realizar la respiración holotrópica.

La experiencia de la respiración holotrópica es, en gran medida, interior y mayormente no verbal; no se realizan inter­venciones. Los facilitadores conducen una relajación guiada para ayudar a que la persona que respira relaje su cuerpo y lo prepare para la sesión. Al final de la relajación, los facilitadores les sugieren a las personas que comiencen a respirar más rá­pida y profundamente que de costumbre. Aunque al comienzo de la sesión se le sugiera a la persona que respira que intensi­fique el ritmo de su respiración, también se la estimula para que encuentre su propio ritmo. Y así, después que la sesión de respiración ha comenzado, la persona que respira no reci­be ninguna indicación de respirar de alguna forma en parti­cular. A medida que la respiración se vuelve más profunda, los facilitadores le hacen escuchar alguna música, que tanto puede ser sugestiva como rítmica.

A medida que avanza la sesión, las personas que respiran entran en estados de conciencia no habituales, o estados holotrópicos. Lo que se puede observar desde afuera varía se gún la persona o el momento. Hay quienes se quedan muy quietos, como si se encontraran en una profunda meditación. Otras personas comienzan a balancearse o hacen diferentes movimientos rítmicos. Algunos gritan, gimen, lloran o expre­san ira. A veces, la persona que respira pide ayuda para ex­presar sentimientos o sensaciones, pero es más frecuente que encuentre recursos internos para permitirse la experiencia que surge, o para brindarse a sí misma la protección y la com­prensión que necesita. Las experiencias pueden ser diferentes entre un individuo y otro, y entre una sesión y otra. Con fre­cuencia, el mismo individuo vive diferentes experiencias en cada una de las sesiones de respiración.

Las sesiones de Respiración Holotrópica duran de dos a tres horas, y con frecuencia se prolongan. Por lo común, la música continúa durante tres horas. Al final de la sesión, cuan do la respiración no alcanzó a resolver todas las tensiones físicas y emocionales que se activaron, los facilitadores ofre­cen un trabajo focalizado para desbloquear la energía. El prin­cipio básico de este trabajo consiste en que, a partir de las claves que ofrece la persona que respira, el facilitador crea una situación en la que se amplifican los síntomas presentes durante la sesión. La energía y la conciencia se mantienen en esta área, y mientras tanto el facilitador alienta a la persona para que exprese plenamente su reacción, y para que no se preocupe por la forma en que la reacción se manifiesta. Este trabajo de concentración para desbloquear la energía es una parte esencial del abordaje holotrópico y tiene un rol impor­tante para que la experiencia se complete y quede integrada.

El aspecto experimental del entrenamiento como facilitador crea una profunda confianza en la propia sabiduría interior. Quienes pasan por el entrenamiento profesional, se embar can en diversos viajes interiores y de este modo adquiere la convicción de que verdaderamente pueden confiar en la guía interior y en el proceso de quienes practican la respiración holotrópica. Esta confianza les permite transmitir la fe intrín­seca en el proceso a los participantes que se sientan atemori­zados en alguna de las etapas del viaje interior.

La formación en el Grof Transpersonal Training también incluye instrucción con respecto a los principales aspectos del modelo: respiración, música, arte y el trabajo de concen tración para liberar energía. Los profesionales se entrenan en una forma de "hacer" que ellos llaman "no hacer". Es decir, se tornan sensibles para abstenerse de toda acción que no esté orientada a simplemente facilitar lo que ya ocurre con la per­sona que respira. Los profesionales consideran que la respira­ción holotrópica no es tanto una técnica sino un instrumento y un escenario, las personas que respiran pueden sumergirse en él, explorarlo y, mientras tanto, contar con ayuda para in­tegrar la infinita gama de experiencias que se presentan.


El Dr. Stanislav Grof es psiquiatra y tiene más de treinta años de experiencia de investigación en psicoterapia y estados de conciencia no habituales. Como parte de su carrera profesio nal, se desempeñó durante siete años como Profesor Adjunto en la John Hopkins University, fue Jefe de Investigación en Psi­quiatría en la Maryland Psychiatric Research Center, y durante catorce años se desempeñó como Scholar in Residence en el Esalen Institute de Big Sur, California. Es uno de los fundado­res de la psicología transpersonal y también uno de los princi­pales teóricos de dicha corriente. Fue fundador y presidente de la International Transpersonal Association.

jueves, 29 de septiembre de 2011

BUSHIDO

Bushido, literalmente traducido como "El Camino del Guerrero", se desarrollo en Japón entre las eras

Heian y Tokugawa (S.IX-XII). Era un modo de vida y un código para el samurai, una clase de guerreros similar a los caballeros medievales de Europa.

Estaba influenciado por el Zen y el Confucionismo, dos diferentes escuelas de pensamiento de esos periodos. El Bushido pone el énfasis en "Lealtad, auto-sacrificio, justicia, sentido de la vergüenza, modales refinados, pureza, modestia, frugalidad, espíritu marcial, honor y afecto" .

El Bushido procede del Budismo, Zen, Confucionismo, y Sintoísmo. La combinación de esas 3 escuelas de pensamiento y religiones ha formado el código de los guerreros conocido como Bushido.

Del Budismo el Bushido toma la relación con el peligro y la muerte. El samurai no teme a la muerte ya que creen, tal como enseña el Budismo, que tras la muerte se reencarnaran y volverán a vivir otra vida en la tierra. Los samurais son guerreros desde el instante en que se transforman en samurais hasta el momento de su muerte, ellos no tienen miedo al peligro.

A través del Zen, una escuela del budismo, uno puede alcanzar el definitivo "absoluto".

La meditación Zen enseña como concentrarse y alcanzar un nivel de pensamiento que no puede ser explicado con palabras. El Zen enseña como "conocerse a si mismo" y no limitarte. El samurai utiliza esto para como una herramienta para desembarazarse del miedo, la inseguridad y finalmente los errores. Estas cosas podrían matarle.

El Sintoísmo, otra doctrina japonesa, da al Bushido su lealtad y patriotismo. El Sintoísmo incluye la veneración a los ancestros, lo cual hace a la Familia imperial la fuente de la nación. Esto da al Emperador una reverencia casi divina. El es la representación del Cielo en la Tierra. Con semejante lealtad, el samurai se compromete con el Emperador y a su Daimyo o señor feudal, samurai de mayor rango.

El Sintoísmo también proporciona la columna vertebral del patriotismo hacia su país, Japón. Ellos creen que la Tierra no esta para satisfacer sus necesidades, "es la residencia sagrada de los dioses, los espíritus de sus antecesores..." (Nitobe 14)

La Tierra es cuidada, protegida y alimentada por un intenso patriotismo.

El Confucionismo proporciona sus creencias en las relaciones con el mundo humano, su entorno y su familia. El Confucionismo da importancia a las 5 relaciones morales entre Maestro y Siervo, Padre e Hijo, Marido y Esposa, Hermanos mayor y menor, y Amigo y Amigo. Esto es lo que sigue el Samurai. Sin embargo el Samurai no esta de acuerdo con muchos de los escritos de Confucio. Ellos creen que el hombre no debe sentarse y pasarse todo el día leyendo libros, ni debería estar escribiendo poesías todo el día, un intelectual especialista era considerado como una maquina. En vez de eso el Bushido cree que el hombre y el universo fueron hechos para ser semejantes tanto en espíritu como ética.

Junto con esas virtudes, el Bushido también sigue con sumo respeto la Justicia, Benevolencia, Amor, Sinceridad, Honestidad, y auto-control.

La Justicia es uno de los principales factores en el código del Samurai. Caminos torcidos y acciones injustas son consideradas denigrantes e inhumanas.

Amor y Benevolencia eran virtudes supremas y actos dignos de un príncipe.

Los Samurais seguían un ceremonial especifico cada día de su vida, así como en la guerra.

Sinceridad y Honestidad eran tan valoradas como sus vidas. Bushi no ichi-gon o "La palabra de un samurai" trasciende un pacto de confianza y completa fe. Con dichos pactos no había necesidad de ponerlo por escrito.

El Samurai también necesitaba un completo auto-control y estoicismo para ser totalmente honroso. No mostraba signos de dolor o alegría. Soporta todo interiormente, nada de gemidos y lloros. Siempre mostraba un comportamiento calmado y una compostura mental que hacían que ninguna pasión de ningún tipo debería interponerse. El era un verdadero y completo guerrero.

Los factores que hicieron el Bushido son pocos y simples. Así de simple, el Bushido creo un modo de vida para mantener a una nación a través de sus tiempos mas problemáticos, a través de guerras civiles, desesperación e incertidumbre.

El Código de Bushido

Estos son los siete principios que rigen el código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samurai de Rokugan. Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.

1. GI - Honradez y Justicia

Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.

Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.

Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

2. YU - Valor Heroico

Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.

Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.

Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

3. JIN - Compasión

Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.

Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

4. REI - Cortesía

Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.

Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.

5. MEYO - Honor

El Auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad.

No puedes ocultarte de ti mismo.

6. MAKOTO - Sinceridad Absoluta

Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.

No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.

Hablar y Hacer son la misma acción.

7. CHUGO - Deber y Lealtad

Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.

Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.

Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.

Cuidado con el camino que sigues.

Algunos comentarios de Mirumoto Jinto, Rikugunshokan del Clan del Dragón, sobre el código de Bushido:

Sobre el valor:

El camino del valiente no sigue los pasos de la estupidez.

Sobre la lealtad:

Un perro sin amo vagabundea libre. El halcón de un Daimyo (Señor Feudal) vuela más alto.

Solo hay una lealtad superior a la del samurai hacia su Daimyo: la del Daimyo hacia sus súbditos.

Sobre el Respeto:

Un alma sin respeto es una morada en ruinas. Debe ser demolida para construir una nueva.

Sobre la Excelencia:

La perfección es una montaña inescalable que debe ser escalada a diario.

Sobre la Venganza:

La ofensa es como un buen haiku (Breve poema japonés de tres versos): puede ignorarse, desconocerse, perdonarse o borrarse, pero nunca puede ser olvidada.

Sobre la Espada:

Mi hoja es mi alma. Mi alma pertenece a mi Daimyo. Ultrajar mi hoja es afrentar a mi Daimyo.

Sobre el Honor:

La muerte no es eterna; el deshonor, sí.

Sobre la Muerte:

El samurai nace para morir. La muerte, pues, no es una maldición a evitar, sino el fin natural de toda vida.

El Credo del Samurai

No tengo parientes, Yo hago que la Tierra y el Cielo lo sean.

No tengo hogar, Yo hago que el Tan T'ien lo sea.

No tengo poder divino, Yo hago de la honestidad mi poder divino.

No tengo medios, Yo hago mis medios de la docilidad.

No tengo poder mágico, Yo hago de mi personalidad mi poder mágico.

No tengo cuerpo, Yo hago del estoicismo mi cuerpo.

No tengo ojos, Yo hago del relámpago mis ojos.

No tengo oídos, Yo hago de mi sensibilidad mis oídos.

No tengo extremidades, Yo hago de la rapidez mis extremidades.

No tengo leyes, Yo hago de mi auto-defensa mis leyes.

No tengo estrategia, Yo hago de lo correcto para matar y de lo correcto para restituir la vida mi estrategia.

No tengo ideas, Yo hago de tomar la oportunidad de antemano mis ideas.

No tengo milagros, Yo hago de las leyes correctas mis milagros.

No tengo principios, Yo hago de la adaptabilidad a todas las circunstancias mis principios.

No tengo tácticas, Yo hago del vacío y la plenitud mis tácticas.

No tengo talento, Yo hago que mi astucia sea mi talento.

No tengo amigos, Yo hago de mi mente mi amiga.

No tengo enemigos, Yo hago del descuido mi enemigo.

No tengo armadura, Yo hago de la benevolencia mi armadura.

No tengo castillo, Yo hago de mi mente inamovible mi castillo.

No tengo espada, Yo hago de mi No mente mi espada.

El Samurai y su uso del Bushido

En Japón la clase guerrera era conocida como Samurais, también llamada Bushi. Formaron una clase durante los siglos IX y XII. Emergieron de las provincias de Japón para transformarse en la clase gobernante, hasta su declive y total abolición en 1876, durante la era Meiji.

Los samurais eran luchadores, expertos en las artes marciales. Tenían notable habilidad con el arco y la espada. También eran grandes jinetes.

Eran hombres que vivían siguiendo el Bushido; era su modo de vida. La lealtad total del samurai era para su Emperador y para su Daimyo. Eran honestos y de total confianza. Vivían vidas frugales, sin intereses en la riqueza y cosas materiales, pero con gran interés en el orgullo y honor. Eran hombres de valor verdadero. Los Samurais no temían a la muerte. Entablarían batalla sin importar cuales fueran las dificultades. Morir en laguerra reportaría honor a su familia y a su señor.

Los samurais preferían luchar solos, uno contra otro. En batalla un Samurai "invocaría" el nombre de su familia, Rango y hazañas. Entonces buscaría un oponente de similar rango y batallarían. Cuando el Samurai acaba con su oponente le decapita, para así tras la batalla retornar con las cabezas de los oponentes vencidos que acreditan así su victoria. Las cabezas de los generales y aquellos con alto rango eran transportadas de vuelta a la capital y mostradas en las celebraciones y similares.

La única salida para un Samurai derrotado era la muerte o el suicidio ritual: seppuku.

Seppuku, desentrañamiento también conocido como Hara-Kiri, es cuando un Samurai literalmente se saca las entrañas. Tras ese acto, otro samurai, usualmente un amigo o pariente, le corta la cabeza.

Esta forma de suicido era realizada bajo diferentes circunstancias "Para evitar la captura en batalla, captura que el samurai no consideraba deshonrosa y degradante, pero de mala política; para expiar un acto indigno o fechoría; y quizás mas interesantemente, para advertir a su Señor"(Varley 32)

Un Samurai preferiría matarse a si mismo antes que traer deshonor y desgracia al nombre de su familia y a su Señor. Esto era considerado un acto de verdadero honor.

Los samurais fueron la clase dominante durante 1400 y 1500. En 1600 era el tiempo de la unificación, las luchas en Japón habían cesado. Entonces, avanzado el final de la era Tokugawa, en los últimos 1700 Japón comenzó a moverse hacia una vida mas modernizada, mas "Occidental". Los samurais y su modo de vida fueron oficialmente abolidos en los primeros años de 1870.No había necesidad de hombres luchadores, de guerreros, de samurais.

viernes, 27 de mayo de 2011

CONFUCIO (KUNG-TSE): LOS CUATRO LIBROS


A pesar de que el Confucianismo puede considerarse opuesto al Taoísmo -- buscando el primero la armonía del hombre con la sociedad mientras que el segundo se centra en hallar la armonía del hombre con el Universo (Tao)--, consideramos interesante para el lector conocer sus fundamentos que pueden encontrarse en los "Cuatro Libros" de Confucio:

1.-Primer Libro Clásico (Ta-Hio o Gran Ciencia) atribuido al nieto de Kung-Tse esta dedicado a los conocimientos propios de la madurez.

2.-Segundo Libro Clásico (Chung-Yung o Doctrina del Medio) trata de las reglas de conducta humana, del ejemplo de los buenos monarcas y la justicia de los gobiernos.

3.-Tercer Libro Clásico (Lun-Yu o Comentarios filosóficos) conocido como Analectas, resume de forma dialogada lo esencial de la doctrina de Kung-Tse.

4.-Cuarto Libro Clásico (Meng-Tse o Libro de Mencio) compuesto por su seguidor, que vivió entre los años 371 y 289 a. C


Primer.. Libro ..Clásico


Es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones.
En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto.

Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser.

¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios?, ¿No resultaría más provechoso dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las inclinaciones perversas de los hombres?

Para conseguir que nuestras intenciones sean rectas y sinceras debemos actuar de acuerdo con nuestras inclinaciones naturales.

Cuando el alma se haya agitada por la cólera, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla cohibida por el temor, carece de esta fortaleza; cuando el alma se halla embriagada por el placer, no puede mantenerse fuerte; cuando el alma se halla abrumada por el dolor, tampoco puede alcanzar esta fortaleza. Cuando nuestro espíritu se haya turbado por cualquier motivo, miramos y no vemos, escuchamos y no oímos, comemos y no saboreamos.

Raras veces los hombres reconocen los defectos de aquellos a quienes aman, y no acostumbran tampoco a valorar las virtudes de aquellos a quienes odian.

Lo que desapruebes de tus superiores, no lo prácticas con tus subordinados, ni lo que desapruebes de tus subordinados debes practicarlo con tus superiores. Lo que desapruebes de quienes te han precedido no lo practiques con los que te siguen, y lo que desapruebes de quienes te siguen no lo hagas a los que están delante de ti.

No dar importancia a lo principal, es decir, al cultivo de la inteligencia y del carácter, y buscar sólo lo accesorio, es decir, las riquezas, sólo puede dar lugar a la perversión de los sentimientos del pueblo, el cual también valorara únicamente las riquezas y se entregará sin freno al robo y al saqueo.

Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal, el pueblo imitará este ejemplo y dará rienda suelta a sus más perversas inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe utiliza las rentas públicas para el bien del pueblo, éste se le mostrará sumiso y se mantendrá en orden.

Si el príncipe o los magistrados promulgan leyes o decretos injustos, el pueblo no los cumplirá y se opondrá a su ejecución por medios violentos y también injustos. Quienes adquieran riquezas por medios violentos e injustos del mismo modo las perderán por medios violentos e injustos.

Sólo hay un medio de acrecentar las rentas públicas de un reino: que sean muchos los que produzcan y pocos los que disipen, que se trabaje mucho y que se gaste con moderación. Si todo el pueblo obra así, las ganancias serán siempre suficientes.

Segundo.. Libro ..Clásico

La situación en que nos hallamos cuando todavía no se han desarrollado en nuestro ánimo la alegría, el placer, la cólera o la tristeza, se denomina "centro". En cuanto empiezan a desarrollarse tales pasiones sin sobrepasar cierto límite, nos hallamos en un estado denominado "armónico" o "equilibrado". El camino recto del universo es el centro, la armonía es su ley universal y constante.

Cuando el centro y la armonía han alcanzado su máximo grado de perfección, la paz y el orden reinan en el cielo y en la tierra, y todos los seres alcanzan su total desarrollo.

El hombre noble, cualesquiera que sean las circunstancias en que se encuentre se adapta a ellas con tal de mantenerse siempre en el centro. En cuanto conseguía una nueva virtud, se apegaba a ella, la perfeccionaba en su interior y ya no la abandonaba en toda la vida.

Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país se hay carente de leyes y sufra una deficiente administración.

El camino recto o norma de conducta moral debemos buscarla en nuestro interior. No es verdadera norma de conducta la que se descubre fuera del hombre, es decir, la que no deriva directamente de la propia naturaleza humana.

Quien desea para los demás lo mismo que desearía para sí, y no hace a sus semejantes lo que no quisiera que le hicieran a él, éste posee la rectitud de corazón y cumple la norma de conducta moral que la propia naturaleza racional impone al hombre.

La perseverancia en el camino recto y la práctica constante de las buenas obras, cuando han alcanzado su prado máximo de perfección, producen óptimos resultados; del mismo modo, el fiel cumplimiento del deber dará lugar a beneficios sin límite, siendo su causa unas fuerzas de naturaleza sutil e imperceptible.

Existen cinco deberes fundamentales, comunes y tres facultades para practicarlos. Estos deberes se refieren a las cinco relaciones siguientes:
las relaciones que debe existir entre el príncipe y los súbditos,
entre el padre y sus hijos,
entre el marido y la esposa,
entre los hermanos mayores y los menores, y
entre los amigos.
El recto comportamiento en estas cinco relaciones constituye el principal deber común a todos los hombres.

Para el buen gobierno de los reinos es necesaria la observancia de nueve reglas universales: el dominio y perfeccionamiento de uno mismo, el respeto a los sabios, el amor a los familiares, la consideración hacia los ministros por ser los principales funcionarios del reino, la perfecta armonía con todos los funcionarios subalternos y con los magistrados,
unas cordiales relaciones con todos los súbditos, la aceptación de los consejos y orientaciones de sabios y artistas de los que siempre debe rodearse el gobernante,la cortesía con los transeúntes y extranjeros, y el trato honroso y benigno para con los vasallos.

Si antes de ponernos a hablar determinamos y escogemos previamente las palabras, nuestra conversación no será vacilante ni ambigua. Si en todos nuestros negocios y empresas determinamos y planeamos previamente las etapas de puesta actuación, conseguiremos con facilidad el éxito. Si determinamos con la suficiente antelación nuestra norma de conducta en esta vida, en ningún momento se verá nuestro espíritu asaltado por la inquietud. Si conocemos previamente nuestros deberes, nos resultará fácil su cumplimiento.

El que no es fiel y sincero con sus amigos, jamás gozará de la confianza de sus superiores.

Cuando el hombre prudente es elevado a la dignidad soberana, no se enorgullece ni envanece por ello; si su posición es humilde, no se rebela contra los ricos y poderosos. Cuando el reino es administrado con justicia y equidad, bastará su palabra para que le sea conferida la dignidad que merece; cuando el Reino sea mal gobernado, y se produzca disturbios y sediciones, bastará su silencio para salvar su persona.

Todos los seres participan en la vida universal, y no se perjudican unos a otros. Todas las leyes de los cuerpos celestes y las que regulan las estaciones se cumplen simultáneamente sin interferirse entre sí. Las fuerzas de la naturaleza se manifiestan tanto haciendo deslizar un débil arroyo como desplegando descomunales energías capaces de transformar a todos los seres, y en esto consiste precisamente la grandeza del cielo y de la tierra.

El sabio pretende que sus acciones virtuosas pasen desapercibidas a los hombres, pero día por día se revelan con mayor resplandor; contrariamente, el hombre inferior realiza con ostentación las acciones virtuosas, pero se desvanecen rápidamente. La conducta del sabio es como el agua: carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella y cautivadora; carece de forma, pero se adapta con sencillez y orden a las más variadas figuras.

Contrólate a ti mismo hasta en tu casa; no hagas, ni aún en el lugar más secreto, nada de lo que puedas avergonzarte.

Sin ofrecer bienes materiales el sabio se gana el amor de todos; sin mostrarse cruel ni encabezado, es temido por el pueblo más que las hachas y las lanzas.

La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los pueblos.

Tercer.. Libro ..Clásico

Si el hombre sabio observa una conducta displicente, no inspirará respeto; si se limita a estudiar, sus conocimientos no serán profundos. Debéis ser siempre sinceros, fieles y actuar con buena fe. No entabléis amistad con personas de virtud o conocimientos inferiores a los vuestros. Si tenéis algún defecto, procurad corregirlo.

La cortesía que debe presidir nuestras actuaciones cotidianas se fundamenta principalmente en el respeto y comprensión hacia todos.

Se puede calificar de " hombre superior " el que primero pone en práctica sus ideas, y después predica a los demás lo que él ya realiza.

La verdadera ciencia consiste en conocer que se sabe lo que realmente se sabe, y que se ignora lo que en verdad se ignora. En esto consiste la verdadera sabiduría.

Aprende a escuchar sin descanso para disipar tus dudas; mire tus palabras, para que nada de lo que digas sea superfluo; sólo de este modo lograrás evitar todo error. Obsérvalo todo, para prevenir los daños que pudiera ocasionarte una insuficiente información. Controla tus acciones, y así no tendrás que arrepentirte con frecuencia de ellas. En cuanto hayas conseguido que tus palabras sean normalmente rectas, y no debas arrepentirte con frecuencia de tus acciones, serás digno del cargo que ocupas.

Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía.

El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior.

Los hombres ambicionan las riquezas y los honores, pero si no es posible obtenerlos por medios honestos y rectos, deben renunciar a estos bienes. Los hombres huyen de la pobreza y de las injurias, pero, si no pueden evitarse por caminos honestos y rectos es preciso aceptar estos males.

Los defectos y faltas de los hombres dan a conocer su verdadera valía. Si examinamos con atención las faltas de un hombre, llegaremos a conocer si su bondad es sincera o fingida.

Observad a los sabios para comprobar si vosotros poseéis sus virtudes. Observad también a los perversos para meditar en vuestro interior si estáis libres de sus defectos.

Los que controlan en todo momento sus actos, raras veces se desvían del camino recto.

Una virtud nunca puede subsistir aislada; siempre ha de hallarse protegida por otras virtudes.

El hombre prudente es parco en el hablar pero activo en el obrar

Cuando empecé a tratar con los hombres, escuchaba sus palabras y confiaba en que sus acciones se ajustarían a las mismas. Ahora, al tratar con los hombres, escucho sus palabras y al propio tiempo observo sus acciones.

No he conocido a ningún hombre que obrara siempre de acuerdo con sus principios. Yo no hago a los demás lo que no quisiera que ellos hicieran conmigo.

El que sabe mantener un porte digno aun cuando se halla entre sus amigos, conseguirá que sus más íntimos amigos sientan un gran respeto hacia él.

Lo único que yo ambiciono y deseo es no caer en la necesidad de vanagloriarme por mis virtudes y por mi inteligencia, y no pregonar mis buenas acciones.

Un hombre digno debe ayudar a los necesitados, pero no aumentar los bienes de los ricos.

Es mejor amar la verdad que el frío conocimiento de la misma; es mejor complacerse en la práctica de la verdad, que el simple amor hacia ella.

Estaría dispuesto a ejercer cualquier oficio si con él pudiera obtener grandes riquezas por medios honrados; si por el contrario, para enriquecerse debiera emplear medios deshonestos, preferiría seguir en la pobreza dedicándome a mis actividades favoritas.

No he hallado todavía ningún hombre santo; como máximo sólo he logrado conocer a algún hombre sabio. No comprendo cómo puede haber hombres que actúen sin saber lo que hacen.

Quienes son pródigos en exceso y se entregan al lujo, fácilmente se vuelven orgullosos.

Cuando el hombre se halla cerca de la muerte, sus palabras son sinceras y veraces.

Es posible lograr que el pueblo siga al hombre bueno, pero nunca se le podrá forzar a que le comprenda.

En general los hombres aman más la belleza corporal que la virtud.

Cuando uno no ha alcanzado todavía la perfección en el servicio de los hombres, ¿Cómo es posible que sea digno de servir a los espíritus?

¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿Cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte?

Tan malo es pasar de la medida como no alcanzarla.

En público, compórtate siempre como si estuvieras ante un personaje muy distinguido; cuando debas dar alguna orden al pueblo, muestra el mismo respeto y dignidad como si estuvieras ofreciendo el gran sacrificio. No quieras para los demás lo que no quisieras para ti.

El hombre bondadoso es mesurado al hablar. El hombre noble es el que nunca sientes pesar ni temor. Sólo el que cuando se examina en su interior no encuentra nada malo puede verse libre de todo pesar y de todo temor.

Resulta totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus gobernantes.

Buscar ante todo la rectitud de nuestras palabras, y ajustar luego nuestra conducta a ellas. Obrar siempre de acuerdo con la justicia, para perfeccionarnos cada día en su realización. Las inquietudes interiores provienen de desear la vida de quienes se ama, mientras que se desea la muerte de aquellos a quienes se podía, ya que ello es como desear al mismo tiempo la vida y la muerte de alguien. El hombre perfecto no pone su máxima aspiración en las riquezas.

Reflexionar con calma antes de adoptar ninguna determinación, no cansarse nunca de obrar el bien, y tratar cada asunto según convenga.

Lo primero que debe mirar el jefe es que su conducta sea sencilla, recta y justa en todo momento; detener siempre en cuenta los consejos de los demás hombres, ha de controlar en todo momento sus propios actos, y nunca debe mandar despóticamente.

El medio más eficaz para combatir nuestros vicios y malas inclinaciones consiste en no combatir los vicios y malas inclinaciones de los demás antes de haber eliminado los propios.

¿En qué consiste la bondad? En amar a todos los hombres. ¿En qué consiste la ciencia? En conocer a los hombres. El noble no expresa nunca su parecer sobre las cosas que no comprende. Busca la máxima precisión en sus palabras; esto es lo más importante.

Si quien gobierna no es justo, aunque ordene que se practique la justicia no será obedecido.

Cuando el pueblo es tan numeroso, ¿Qué puede hacerse en su bien? Hacerlo rico y feliz. Y cuando sea rico ¿Qué más puede hacerse por él? Educarlo.

Quien se controla a sí mismo y por el bien, no tendrá dificultad alguna para gobernar con eficacia. Al que no sabe gobernarse a sí mismo, le resultará imposible ordenar la conducta de los demás hombres.

¿Cuál es la esencia de un buen gobierno? No resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho.

Si todos los habitantes de nuestra aldea sienten afecto hacia un hombre, ¿Qué debemos opinar de él? Este hecho no resulta suficiente para emitir un juicio sobre dicho hombre.

El hombre vulgar es vano y orgulloso, aun cuando su posición no sea elevada. Se halla muy cerca de la perfección el hombre que es constante, paciente, humilde y mesurado en el hablar.

Deben imponerse castigos cuando convenga. La fidelidad no es contraria a una justa corrección.

El que habla en exceso y sin cordura raras veces pone en práctica lo que dice. El hombre noble nunca teme que sus palabras superen a sus obras.

No debe afligirnos el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres.

La prudencia aconseja no indignarse cuando los hombres nos engañan, no entristecerse cuando son infieles. El hombre prudente prevé siempre estas eventualidades.

El que de niño no ha respetado a sus hermanos ni a sus padres, en la edad madura no ha hecho nada provechoso, y al llegar la vejez no ha muerto, es un hombre despreciable.

¿Qué es lo más importante para alcanzar una conducta correcta? Ser sincero en todo momento y mantener siempre la palabra dada. Procurar que aún el menor gesto refleje la dignidad interior, y no cometer ninguna acción asombrosa. Si obras así, tu conducta será admirada en todos los lugares, aún entre los pueblos bárbaros. Por el contrario, si no eres sincero, si faltas a tus promesas, si tus gestos no son dignos o tus acciones son deshonrosas, tu conducta será despreciada tanto en una ciudad de 10.000 familias como en un villorrio de 35 vecinos.

El hombre que no medita y obra con precipitación, no podrá evitar grandes fracasos.

No he hallado a nadie que amase las virtudes con la misma intensidad con que se ama la belleza corporal.

Sed rígidos con vosotros mismos, pero condescendientes con los demás. De este modo os veréis libres de toda envidia y resentimiento.

El hombre que no examina cada día en su interior lo que debe hacer, lo que debe imitar, lo que debe aconsejar, y lo que debe reprochar, no hará nada bueno en su vida.

Cuando permanecen muchas personas reunidas durante todo un día, no todo lo que se comenta es justo y equitativo. Es muy frecuente se hable sobre cosas vulgares y que abunden las conversaciones necias.

El noble no da crédito a las palabras por la sola autoridad de quien las pronuncia; tampoco rechaza la verdad aunque provenga de una persona ignorante.

La inconstancia y la impaciencia destruyen los más elevados propósitos.

Cuando la muchedumbre desprecia a alguien, debéis examinar con objetividad su conducta antes de emitir vuestra opinión. También cuando la multitud aclama a alguien, es preciso contemplar con imparcialidad sus obras antes de aprobarlas.

El hombre puede ensalzar las excelencias de la virtud, pero la virtud no puede proporcionar prosperidad y fama al hombre.

Sólo puede ser calificado como " vicioso " el que comete un acto deshonroso y no se corrige.

El noble sólo busca la verdad y no se aferra con ciega obstinación a su criterio.

Transmitid la cultura a todo el mundo, sin distinción de razas ni de categorías.

Las palabras han de expresar con fidelidad nuestro pensamiento.

Los ministros de un príncipe virtuoso deben evitar tres faltas: la petulancia, consistente en hablar cuando nadie les ha pedido su opinión; la timidez, que consisten no atreverse a expresar su opinión cuando se les invita a ello; y la imprudencia, que consiste en hablar sin haber observado antes el estado de ánimo del príncipe.

Sólo los hombres de profunda inteligencia y los necios de mente más obtusa permanecen invariables.

Si se mata una gallina, ¿Para qué utilizar un cuchillo, que sirve para matar bueyes?

Si respetáis vuestra propia persona y a todos nuestros semejantes, nadie podrá despreciaros; si sois generosos, os ganaréis el afecto del pueblo; si sois sinceros, nadie desconfiará de vosotros; si todos vuestros actos os aproximan al bien, vuestro mérito será grande; el amor a los hombres es la mejor arma para gobernar con eficacia.

Aún las profesiones más humildes son dignas de respeto.

Puede calificarse como " amante del estudio " quien cada día adquiere un conocimiento nuevo, y cada mes retiene lo que ha aprendido.

No os avergoncéis de preguntar para resolver vuestro dudas, y meditad las respuestas que os hayan sido dadas.

Los hombres vicioso procuran disimular sus faltas con apariencias de honradez.

Basta una sola palabra acertada del noble para que se le considere entendido sobre una cosa, pero también basta que cometa un solo error para que se diga que no sabe nada. Por consiguiente, el noble debe vigilar mucho sus palabras.

El buen gobernante debe ser generoso sin caer en la prodigalidad; debe cobrar los impuestos suficientes para llevar una vida digna, sin caer en la codicia; su porte debe ser digno y grave, sin dejarse llevar por una vana ostentación; debe tener autoridad, sin que su mando sea despótico; debe exigir con cautela la colaboración del pueblo en los trabajos públicos, para no suscitar su resentimiento.

Realizar cuanto sea para el bien común, ¿No es ésta la mejor forma de generosidad? Desear únicamente las riquezas necesarias para la práctica de las virtudes propias de su dignidad, ¿Puede esto llamarse "codicia?" Si sus propiedades particulares no son demasiado grandes ni demasiado pequeñas, si se ocupa de los asuntos que no son ni muy importantes ni muy insignificantes, si se mantiene a cierta distancia de los hombres sin despreciar a nadie, ¿No es esto la dignidad exenta de orgullo? Si cuida su aspecto exterior, si es equilibrado y ecuánime en todos sus actos, el pueblo entero lo respetará sin experimentar temor, ¿No consiste en esto la autoridad libre de despotismo? Si sólo utiliza el trabajo de los súbditos para realizar lo que es razonablemente necesario, ¿Quién podrá experimentar resentimiento?

Los cuatro vicios relativos al gobierno son los siguientes: no instruir al pueblo y ocultarse la verdad, lo cual recibe el nombre de " tiranía "; exigir una conducta perfecta a todos los ciudadanos sin informarles previamente sus obligaciones, lo que recibe el nombre de " opresión "; no tener prisa en dar las órdenes y pretender luego que se cumplan en el acto, lo que representa una grave injusticia; buscar siempre el propio provecho, lo que recibe el nombre " egoísmo ".

Cuarto.. Libro ..Clásico


Si la ganancia o el provecho se anteponen a la justicia, los súbditos nunca estarán satisfechos y el príncipe se hallará en un peligro constante.

Si los hombres con canas pueden cubrirse con vestidos de seda y comer carne, si los jóvenes de negros cabellos dejan de padecer hambre y frío, la vida del reino será próspera. No ha existido ni un solo príncipe que obrando así haya dejado de alcanzar autoridad sobre su pueblo.

Si un rey no gobierna con rectitud, es decir, si no colma de beneficios a su pueblo, es porque no quiere y no porque no pueda.

Si un príncipe se entristece por las desgracias de su pueblo, los súbditos también sentirán pesar por las tristezas de su príncipe. Si el príncipe se alegra con la felicidad de su pueblo, y hace suyas las penalidades de sus súbditos, no tendrá dificultad alguna en su gobierno.

Si tú amas con locura las riquezas, no debes hacer otra cosa que compartirlas con el pueblo.

Lo que hacen los gobernantes es luego imitado por el pueblo. No puedes, por consiguiente, acusar ahora al pueblo de su proceder ni condenarle por ello, pues ha imitado lo que había aprendido de su príncipe; ha devuelto que se le había dado.

El noble que pretende fundar una dinastía no aspira a ser elevado a la dignidad Imperial, sino que se limita a preparar el camino para sus descendientes; si la voluntad del cielo le es propicia, será elevado el mismo a la suprema dignidad.

La sabiduría y la prudencia de nada sirven si no se presenta una ocasión propicia; los buenos arados nada pueden por sí solos, si no se presenta una estación favorable.

Es preciso obrar con rectitud sin pensar en las consecuencias. No debemos omitir el cumplimiento de nuestros deberes, ni realizarlos antes de tiempo.

Quien pretenda someter a los hombres por la fuerza de las armas no alcanzará la sumisión de sus corazones; por esto, la violencia nunca es suficiente para dominar a los hombres. Quien conquista a los hombres por la virtud, consigue que todos se sometan a él sin reservas y con corazón alegre.

Las desgracias, al igual que la fortuna, sólo llegan cuando las hemos buscado con nuestros actos.

Cuando el cielo nos envía calamidades, podemos superarlas; cuando las hemos buscado nosotros mismos, sucumbiremos ante ellas.

Quien no haya sentido nunca compasión hacia los demás no es en verdad un hombre, tampoco puede ser considerado verdadero hombre quien jamás haya experimentado los sentimientos de vergüenza y aversión; el que no posea los sentimientos de abnegación y respeto no puede ser considerado verdadero hombre; quien no distinga lo verdadero de lo falso, lo justo y lo injusto, no es un hombre.

Nada es más digna de admiración en un hombre noble que el saber aceptar e imitar las virtudes de los demás.

Lo que hagáis, a vosotros os pertenece; yo sólo debo responder de mis propios actos.

Para la defensa de un reino no son suficientes ni las fortificaciones que se construyan, ni los obstáculos naturales que representan las montañas y los ríos, ni la abundancia de armas. La mejor defensa de un reino consiste en la decidida voluntad de sus habitantes, la cual se conquista mediante un gobierno humanitario y justo.

Quien ocupa un cargo público y no puede cumplir con sus obligaciones debe dimitir.

Si un medicamento no altera el organismo del enfermo, tampoco producirá la curación.

No puede ser bueno quien sólo piensa en acumular riquezas; no puede ser rico quien sólo piensa en practicar el bien.

Si los maestros enseñan con claridad los deberes a todos los ciudadanos del reino, estos vivirán entre sí en concordia y armonía.

La generosidad consiste en repartir las riquezas entre los necesitados; la rectitud consiste en buscar el camino del bien a los descarriados; la bondad es la virtud que debe poseer el emperador para ganarse el afecto de todos sus súbditos.

En este mundo sólo se pueden seguir dos caminos: el del bien o el del mal; no existe otra posibilidad.

Los reinos pequeños imitan a los poderosos, pero se avergüenzan de recibir órdenes de ellos y no quieren acatarlas.

Los reinos perecen a causa de su interna descomposición antes de que los demás reinos los ataquen.

Buscáis el camino recto a lo lejos y lo tenéis junto a vosotros. Creéis que el bien consiste en la realización de cosas difíciles, cuando no es más que realizar con rectitud las cosas fáciles.

Cuando se emprenden guerras para conquistar nuevos territorios, los campos quedarán cubiertos por los cuerpos de las víctimas.

No puede pensarse en ningún mal mayor que en la pérdida del mutuo afecto y cariño entre padres e hijos.

Hay hombres que tienen fama de grandes creadores porque nunca nadie les ha refutado sus endebles argumentos. Uno de los principales defectos de los hombres consiste en pretender erigirse en modelo de los demás.

Las normas de conducta son inmutables, todos los Santos han obrado de conformidad con sus principios.

Cuando el príncipe empieza a imponer castigos a sus funcionarios sin que hayan cometido delito alguno, los ministros prudentes se apresuran a abandonar el reino.

Si el príncipe es justo, nadie será injusto; si el príncipe es bondadoso, nadie será cruel.

Es preciso que los hombres conozcan el mal para poder evitarlo y entregarse a la práctica del bien.

Quien divulga las acciones viciosas de sus semejantes construye su propia ruina.

El hombre noble conserva durante toda vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia.

El hombre sabio, en cuanto ha alcanzado una virtud, se aferra fuertemente a ella y ya no la pierde jamás; en cuanto ha perfeccionado al máximo la virtud adquirida, la guarda cuidadosamente en su interior como fuente inagotable de energía.

Las palabras en sí mismas son inocuas, pero sus consecuencias pueden ser funestas si son despectivas.

Quien ama a los hombres, es amado por ellos; quien los respeta es, a su vez, respetado. Supongamos que habiéndose portar con nosotros de una forma descortés o grosera; si somos prudentes, lo primero que debemos preguntarnos es si con anterioridad hemos cometido alguna descortesía con dicha persona o si hemos sido injustos con ella; su actitud hacia nosotros debe de tener algún fundamento. Caso de que lleguemos a la conclusión de que no hemos cometido ninguna injusticia contra tal persona, sino que nos hemos mostrado siempre con ella bondadoso y corteses, debemos seguir analizando las posibles causas de actitud descortés o grosera. Si somos prudentes, debemos reflexionar si hemos cometido la menor incorrección en nuestra conducta. En el supuesto de que tampoco hayamos cometido incorrección alguna, entonces la descortesía o grosería del ofendido carece totalmente de fundamento y el hombre prudente, ante tal situación, debe concluir: " este hombre no es más que un extravagante y un necio; en nada se diferencia de una bestia, en cuyo caso, ¿por qué debe preocuparme la actitud o actos de una bestia? ".

Gozar de prestigio y de consideración es una de las cosas que los hombres ambicionan con más ardor.

El primer deber más importante de la piedad filial consiste en honrar a nuestros padres como es debido. La mejor prueba de este amor a los padres consiste en procurarles el sustento necesario.

No lo pudo hacer por medio de palabras, porque el Cielo no habla. El Cielo manifiesta su voluntad a través de los méritos y buenas acciones de los hombres. Esta es la única manera con que manifiesta su voluntad. El Cielo ve a través de los ojos del pueblo; el Cielo oye a través de los oídos del pueblo.

El Cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del Cielo es lo que se llama " El destino ".

Jamás he oído que un hombre que no actuara con rectitud lograse enderezar a los demás. Menos aún podría lograr que los demás fueran sinceros quien observara un comportamiento hipócrita.

Los ministros se conocen por las personas a quienes acogen en su casa cuando están en la corte, y por las casas en que se alojan cuando están fuera de ella.

Para que pueda trabarse una verdadera amistad, es preciso prescindir de la superioridad que puedan otorgar la edad, los honores, las riquezas o el poder. El único motivo que nos debe incitar a la amistad es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento.

El superior debe honrar y respetar la sabiduría de sus súbditos, y el inferior debe mostrarse respetuoso y cortés con sus superiores, en atención a la dignidad que ostentan; respetar la dignidad y honrar a los sabios son dos manifestaciones de un mismo deber.

Quien para permanecer fiel a sus principios rechaza ser elevado a una condición honrosa permanece feliz aún sin honores. Quien para no apartarse del recto camino rechaza unas rentas permanece gozoso en su pobreza.

La naturaleza humana no es ni buena ni mala. Según esto, la bondad o malicia de los hombres es algo posterior a la propia naturaleza humana en su origen. Si el hombre posee la capacidad de obrar, es necesario que poseía también una norma para dirigir sus actos.

Si el supremo bien del hombre consistiera en conservar la vida, no haría otra cosa que dedicarse a descubrir y practicar todo aquello que pudiera prolongarla. Si el más temible mal del hombre fuera la muerte, investigaría y practicaría todo lo que pudiera alejar o evitarle este mal. Hay cosas que amamos más que la vida, así como hay otras más temibles que la muerte; éste es un sentimiento común a todos los hombres.

El camino recto es como una ancha avenida; no es difícil encontrarlo cuando se busca, pero los hombres no se esfuerzan por descubrirlo.

Cuando el sabio toma una determinación, es imposible que el pueblo penetre en los verdaderos motivos de la misma. Cuando un príncipe se ve rodeado por hombres perversos, aduladores y servirles, ¿Acaso puede gobernar con acierto y eficacia?

Cuando el Cielo quiere conferir a alguien una difícil misión, antes pone a prueba la fortaleza de su ánimo y el equilibrio de su mente con las dificultades de una vida dura; fatiga sus músculos y todo su cuerpo con rudos trabajos, que ponen a prueba su resistencia; mortifica su carne y su piel con los rigores del hambre y del frío; les somete a las mayores privaciones de la miseria; determina que no tengan éxito en sus empresas para que se enfrenten con el fracaso. De este modo, el cielo estimula sus virtudes, fortalece su cuerpo y les hace aptos para afrontar las dificultades con que tropezarán en el cumplimiento de su alta misión. La dificultad es lo que más estimula al hombre a vencer sus deficiencias y superarlas. Sólo cuando se han padecido toda clase de privaciones y trabajos, sólo cuando se ha visto el rostro de la miseria, sólo entonces es posible conocer a fondo la naturaleza humana.

El hombre cumple la voluntad del Cielo cuando se esfuerza en perfeccionarse a sí mismo.

Si buscáis encontraréis, si sois negligentes lo perderéis todo. El que busca lo que está en su interior lo descubrirá y lo alcanzará; el éxito de esta búsqueda es seguro, una ley invariable garantiza la adquisición de lo que se busca. Si, por el contrario, buscamos lo que está fuera que nosotros, todos los esfuerzos resultarán infructuosos.

El origen de todas las acciones se encuentra en el interior de nuestro ser. Si reflexionando sobre nuestros propios actos descubrimos que son conformes con nuestra naturaleza racional, experimentaremos la más intensa satisfacción.

El hombre no puede dejar de arrepentirse de sus faltas. Si una sola vez se arrepiente de no haberse arrepentido de sus faltas, ya no volverá a tener motivos de arrepentimiento.

El pueblo no valora el mérito de un buen gobernante. El buen gobernante encamina al pueblo hacia el bien con su sola presencia su acción es oculta e imperceptible como la de los espíritus. El influjo de su virtud se hace sentir por todas partes, como el de las sutiles fuerzas del cielo y de la tierra. La influencia de un buen gobernante no tiene límites.

Los ejemplos de bondad penetran con mayor profundidad en el corazón de los hombres que las buenas palabras; es más fácil obtener el afecto del pueblo obrando con rectitud y aconsejándole rectamente, que mediante una administración eficaz y unas leyes justas. El pueblo desconfía de las leyes y de la administración; el pueblo ama los buenos ejemplos y los acertados consejos. Con unas leyes justas y una administración eficiente, se consigue aumentar las rentas del reino; con buenas enseñanzas y buenos ejemplos, se conquista el corazón de los súbditos.

Las penas y privaciones agudizan la inteligencia y fortalecen la prudencia.

Nadie debe comer sin habérselo ganado.

Los caminos del sabio son elevados e inasequibles. Sus actos pueden ser admirados, pero no imitados.

El carpintero hábil no se hace torpe para poder ser imitado por cualquiera de sus ayudantes.

Quien se abstiene de lo que no debiera abstenerse es mejor que se abstenga de todo; el que trata con frialdad a quienes debiera tratar con ternura acabará tratando con frialdad a todo el mundo; quienes avanzan precipitadamente también retrocederán con la misma precipitación.

Es preferible desconocer los libros históricos, que aceptar incondicionalmente cuanto en ellos se refiere.

Dar muerte a un pariente próximo de otro hombre es el crimen que más funestas consecuencias provoca.

Yo no hago el menor caso de las murmuraciones y críticas de los hombres.

Para que nuestras palabras estén siempre conformes con la equidad, es preciso evitar la excesiva familiaridad con quienes nos rodean; él mutuo respeto es la mejor defensa contra las palabras descorteses y groseras. Si el hombre culto habla cuando debería callar, todos quedan perplejos ante sus palabras; si, por el contrario, el hombre culto calla cuando debería hablar, todos quedan desconcertados ante su silencio.

Las mejores palabras son aquellas que encierran un profundo significado y, al mismo tiempo, resultan comprensibles para todo el mundo.

El mayor defecto de los hombres consiste en preocuparse arrancar la cizaña de los campos ajenos, descuidando el cultivo de sus propios campos.

El mejor medio para alcanzar las virtudes de la justicia y la equidad consisten en dominar las pasiones. Quien se deja dominar por las pasiones es muy difícil que obre con justicia y equidad.

miércoles, 12 de enero de 2011

EL SAMADHI DEL GRANERO DE LA GRAN SABIDURIA

Ejo


Trad. José L. Hernández

Siento un profundo respeto, que nace desde lo más recóndito de mi compasión, por vosotros que continuáis la práctica de zazen en el estado de espíritu que voy a describir: sin intentar obtener nada, sin ninguna meta; sin dejaros influir por vuestra inteligencia personal; sin mostrar suficiencia por la experiencia que habéis adquirido en el doyo.

Con toda la energía de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, penetrad totalmente en komyozo, sin daros vuelta hacia atrás para mirar el tiempo. No busquéis el satori. No escuchéis los fenómenos ilusorios (mayoi):

No detestéis los pensamientos que aparecen, tampoco los améis, y, sobre todo, no los mantengáis. De todas maneras, sea lo que sea, debéis practicar la gran postura sentada aquí y ahora. Si no mantenéis los pensamientos, éstos no vendrán por sí mismos. Si os

abandonáis a la espiración y dejáis que la inspiración venga en un armonioso ir y venir, no hay más que un zafú bajo el cielo vacío, pesado como una llama. Si no esperáis nada de lo que hacéis, si no consideráis cosa alguna, podéis cortar con todo, solamente por zazen.

Aunque los ochenta y cuatro mil bonno (deseos, ilusiones) vayan y vengan, si no les dais importancia, si los abandonáis a sí mismos, en ese momento, de cada uno de ellos, de uno tras otro y de todos juntos, podrá surgir el maravilloso misterio del granero de la gran

sabiduría.No existe solamente el komyo del momento de zazen. También está aquel que, paso a paso, acto tras acto, os hacer ver progresivamente que cada fenómeno puede realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia propia y de vuestros pensamientos personales. Tal es la verdadera y auténtica certificación que existe sin molestar la manifestación de komyo.

Es el poder espiritual del no actuar por la luz que se ilumina por sí misma. Este komyo es originariamente no sustancia, no existencia. Por ello, aunque muchos Budas lo realicen en este mundo, no son de este mundo. Y, estando en el nirvana, no están en el nirvana.

En el instante de vuestro nacimiento, komyo no existía. En el de vuestra muerte, no desaparecerá.

Desde el punto de vista de Buda, no aumenta. Desde el punto de vista de los sentidos, no disminuye.

Así como cuando tenéis ilusiones o dudas, no podéis hacer la pregunta correcta, cuando tenéis el satori no podéis expresarlo. En ningún momento consideréis nada con vuestra conciencia personal. Durante las veinticuatro horas del día, tened la calma y la gran tranquilidad de los muertos. No penséis en nada por vosotros mismos. Así, al practicar la espiración y la inspiración, vuestra naturaleza profunda y vuestra naturaleza sensitiva, inconsciente y naturalmente, serán no saber, no comprensión.

Entonces, todo podrá volverse naturalmente calmo, esplendor de komyo, en la unidad del espíritu y del cuerpo. Por eso, cuando lo llamamos, debería responder rápidamente. Un solo y mismo komyo armoniza en un todo a la gente del satori y la de las ilusiones.

Así, aunque os pongáis en movimiento, este último no debería perturbaros. Y el bosque, las flores, las briznas de hierba, los animales, los seres humanos, todos los fenómenos (ya sean largos, cortos, cuadrados o redondos) podrán realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia propia y de la acción personal de vuestro pensamiento.

No estéis apegados ni a las ropas ni al alimento ni a la casa. No sucumbáis al deseo sensual o al apego del amor que son prácticas animales.Inútil interrogar a los demás sobre komyo, pues su komyo no tiene utilidad alguna para vosotros.

En el origen, este samadhi es el santo doyo, el océano de todos los Budas. Es entonces el más grande y el más santo de todos los asientos transmitidos directamente de Buda en Buda a través de la santa práctica universal. Puesto que ahora sois discípulos de Buda, debéis hacer zazen tranquilamente en su asiento.

No os sentéis en el zafú infernal, el zafú gaki, animal o asura, ni tampoco en el de los shomon o de los engaku. Practicad solamente shikantaza. No perdáis el tiempo. Es lo que se llama el auténtico espíritu del doyo, el verdadero komyo samadhi, el maravilloso y espléndido satori.

Este texto sólo debe ser leído por los verdaderos discípulos del Maestro Dogen, aquellos que están autorizados a entrar en su habitación.

Lo he escrito para mis compañeros de zazen, para que no haya puntos de vista erróneos, para perfeccionarme a mí mismo y para educar a los demás.

Escrito por Ejo, bajo el reinado del emperador Gouta. Con el más profundo respeto, en el templo Eihei-ji el 28 de agosto de 1278.